La semana
pasada, el buen Diógenes tenía que identificar a un hombre verdadero camuflado
entre dos faunos mediante dos preguntas de las que se contestan diciendo sí o
no. ¿Cómo lo hizo? Tras ardua reflexión, el filósofo se dirigió a uno
cualquiera de los tres jóvenes, por ejemplo a Jacinto, y le preguntó: “De tus
dos compañeros, ¿es Narciso el que más probablemente me diría la verdad?”.
El hombre miente más que el fauno que siempre dice la
verdad, y el fauno que siempre miente lo hace más que el hombre; por lo tanto,
si la respuesta es sí hay tres posibilidades:
1. Si Jacinto es el fauno sincero, Narciso es el
hombre y Lirio el fauno mentiroso.
2. Si Jacinto es el fauno mentiroso, Narciso es el
hombre y Lirio el fauno sincero.
3. Si Jacinto es el hombre, Narciso y Lirio son los
dos faunos, aunque no se sabe cuál es el sincero y cuál el mentiroso.
Si la respuesta de Jacinto es no, hay otras tres
posibilidades:
1’. Si Jacinto es el fauno sincero, Narciso es el
fauno mentiroso y Lirio el hombre.
2’. Si Jacinto es el fauno mentiroso, Narciso es el
fauno sincero y Lirio el hombre.
3’. Si Jacinto es el hombre, Narciso y Lirio son los
dos faunos, aunque no sabemos cuál es el sincero y cual el mentiroso.
Es decir, si la respuesta es sí, Lirio no es el
hombre, independientemente de quién sea Jacinto. Y si la respuesta es no,
Narciso no es el hombre, sea quien sea Jacinto. De este modo, con la primera
pregunta identificamos a un fauno, aunque no sabemos si es el sincero o el
mentiroso. Supongamos que la respuesta es sí, por lo que Narciso es un fauno;
la segunda pregunta habría que hacérsela a él, y podría ser de esta forma: “Si
le preguntara al otro fauno si Jacinto es el hombre, ¿me diría que sí?”.
Si Narciso es el fauno sincero y Jacinto es el hombre,
la respuesta será no, ya que Lirio es el mentiroso y diría que no.
Si Narciso es el fauno mentiroso y Jacinto es el
hombre, la respuesta también será no, ya que Narciso miente con respecto a lo
que diría Lirio.
Análogamente, si Jacinto no es el hombre, la respuesta
será que sí en cualquier caso, con lo que el problema está resuelto: si la
respuesta es sí, el hombre es Lirio; si la respuesta es no, el hombre es
Jacinto.
Cuando, hace muchos años, publiqué este acertijo en mi
libro Juegos de
ingenio (Bruguera, 1980), no podía imaginar que
se convertiría en “el problema lógico más difícil de la historia”, según lo
definió George Boolos, profesor de lógica del MIT (Instituto de Tecnología de
Masachussets), en un artículo publicado en 1996 en The Harvard Review of
Philosophy. La versión de Boolos es básicamente
idéntica, aunque algo más complicada:
Los tres dioses
Estamos ante tres dioses: el de la Verdad, que nunca
miente, el de la Mentira, que miente siempre, y el de la Confusión, que unas
veces miente y otras no, y mediante tres preguntas de las que se contestan con
un sí o un no tenemos que averiguar la identidad de los tres. Para mayor
dificultad, los dioses contestan en su arcano lenguaje, diciendo “da” o “ja”;
pero no sabemos si “da” es “sí” (como en ruso) y “ja” es “no” (como en macarra)
o viceversa.
Este tipo de acertijos, que Raymond Smullyan plantea
de forma sistemática en sus deliciosos libros de lógica recreativa, son muy
interesantes desde el punto de vista de la teoría de la información, y a menudo
remiten a sutiles cuestiones filosóficas. Sugiero a mis sagaces lectoras y lectores
que lean algunos de los fascinantes libros de Smullyan, como Alicia en el País de las
Adivinanzas, ¿La dama o el tigre?, ¿Cómo se
llama este libro?… O, en otro orden de
cosas, El
Tao es silencioso, la mejor introducción al taoísmo que
conozco.
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