lunes, 22 de febrero de 2016

Einstein: desde Mercurio hasta los agujeros negros 3.0

La idea más brillante

Albert Einstein conocía el problema de la precisión anómala de Mercurio cuando realizó un sumario de su teoría de la relatividad especial en 1907, según el cual se percató de que podía violar un principio esencial en la Física: que los cuerpos caen a la misma velocidad, independientemente de su masa y su forma. Asumiendo, eso sí, que no hay rozamiento debido al aire que nos rodea. Formulado por Galileo Galilei a principios del siglo XVII, era uno de los fundamentos primordiales de la mecánica. Así pues, ¿nos devolvía la relatividad especial a una Física aristotélica? La genialidad de Einstein se demostró en ese momento con lo que él mismo denominó su idea más brillante: el principio de equivalencia, según el cual la fuerza de inercia es a todos los efectos igual a la atracción de la gravedad. Fuerzas que son familiares para todo el mundo, ya que la gravedad nos ata a nuestro planeta y la inercia aparece, por ejemplo, cuando el vehículo en el que nos encontramos arranca y experimentamos un tirón en dirección opuesta al movimiento. Einstein ilustró su principio de equivalencia con un experimento mental: en un ascensor sin ventanas no se pueden distinguir ambas fuerzas.

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Figura: Ilustración del periódico británico London News que explica la desviación de los rayos de luz debida a la acción de la gravedad del Sol, según las mediciones realizadas en 1919 y que confirmaban de manera espectacular la teoría de Albert Einstein sobre la relatividad general, publicada cuatro años antes.

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