lunes, 22 de febrero de 2016

Los límites de la tabla periódica.

Ununtrio, unumpentio, ununseptio y ununoctio. Son términos enrevesados, pero son solo nombres sistemáticos provisionales; en poco tiempo serán reemplazados por los definitivos, después de que el 30 de diciembre de 2015 la ciencia diera la bienvenida oficial a estos cuatro nuevos elementos químicos. Sus nombres temporales se refieren a sus números atómicos (Z), o número de protones: 113, 115, 117 y 118, respectivamente. Con estas cuatro nuevas incorporaciones se da carpetazo a la séptima fila de la tabla periódica de los elementos.


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El elemento 117, descubierto por primera vez por los investigadores del Lawrence Livermore en asociación con el Instituto Conjunto de Investigación Nuclear. Crédito: LLNL

Los estudiantes de química tienen hoy mucho más material para memorizar que en tiempos de Dimitri Mendeleyev, el científico ruso que en 1869 jugó a las cartas con los 63 elementos conocidos hasta la fecha para definir la primera versión de la tabla periódica, que desde entonces ha seguido ampliándose con un constante goteo de nuevos miembros. Hasta llegar al flerovio (114) y el livermorio (116), los dos últimos nombrados en mayo de 2012, el trabajo de los químicos ha ido volviéndose cada vez más arduo: el francio (87), descubierto en enero de 1939 por Marguerite Perey, cerró la época del hallazgo de nuevos elementos en la naturaleza. Dos años antes se había inaugurado la era de la síntesis con el tecnecio (43), confirmado por científicos de la Universidad de Palermo en diciembre de 1936.
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Tabla periódica actualizada con las últimas novedades. Crédito: Sandbh

El tecnecio, llamado así precisamente por su origen artificial, es uno de varios elementos que fueron creados mediante síntesis antes de descubrirse también en la naturaleza. Pero a medida que los átomos se hacen más pesados, se obtienen elementos radiactivos más inestables, que solo pueden fabricarse en el laboratorio y que se descomponen rápidamente, a veces en fracciones infinitesimales de segundo.
La frontera estricta entre el mundo natural y el laboratorio la marca el plutonio (94), el elemento más pesado con isótopos lo suficientemente estables como para encontrarse en la corteza terrestre. Por encima de él, el americio (95) y el curio (96), ambos creados en 1944, abren la región de la tabla que pertenece exclusivamente a los dominios del laboratorio; o como mucho, a los experimentos o accidentes nucleares propiciados por el ser humano.

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