lunes, 25 de abril de 2016

Sordera estomacal: una explicación a la sinrazón de comer sin hambre

¿Comemos demasiado por aburrimiento? ¿Por educación? Preguntamos a una especialista para entender lo que nos pasa


Era día de restaurante italiano, día de desabrocharse el botón de los pitillos con disimulo y de notar cómo baja el riego sanguíneo de la cabeza. Me trajeron un plato de pasta al funghi deliciosa, pero al quinto bocado me sentía a punto de reventar. Era extraño, porque suelo poder con los italianos.
Pero el plato era hondo y la pasta al huevo. Todo se juntaba en una masa de alimento contra la que no ve veía capaz de batallar. Entonces mi mente hizo su trabajo: "Respira, ve despacio, conversa, observa tu entorno. Y cómetelo todo, ¡AR!".
Respira, ve despacio, habla, observa tu entorno. Y cómetelo todo, ¡AR!
Terminé el plato y terminé fatal. Me sentía peor, estaba enfadada conmigo misma. Pensé en qué clase mecanismos utiliza mi mente para forzarme a comer sin hambre, hasta no poder más.
Más allá de los eventuales ataques de ansiedad que muchos sufrimos de vez en cuando, ¿es la educación que he recibido —el "no te dejes nada en el plato", el "cómetelo todo"— lo que me aboca a ir en contra de mi apetito y mi salud? 
¿Sufro sordera estomacal? ¿Por qué mi mente no se relaciona con mi hambre realDecidí buscar respuestas y escribí a Elena Zelaia, técnica en dietética, nutricionista y profesora. Estas fueron mis preguntas y sus respuestas.
Me lo he inventado, pero creo que sufro sordera estomacal. 
No oímos el estómago debido al intenso ruido que generamos en la mente, queremos acallarlo dándole comida.
¿Entonces no voy tan desencaminada?
El exceso de alimentos a la hora de comer se produce porque alimentamos el cuerpo mental, no el cuerpo físico.
El exceso de alimentos a la hora de comer se produce porque alimentamos el cuerpo mental, no el cuerpo físico
¿Puedes desarrollar el concepto "cuerpo mental"?
Es como si el cerebro entablara una conversación con la comida cada vez que se ingiere algo: ese bocado es la amiga o el amigo. De esa conversación saldrán diferentes respuestas según sea el estado emocional de la persona. Si estoy comiendo y tengo una emoción oculta de tristeza, puedo llegar a comer sin fondo para saciar esa tristeza, o puedo sentirme sola y utilizar la comida como un acompañante.
¿Le ocurre a mucha gente?
Sí. Esto lo he oído a en consulta: 'Aunque salgo de la piscina y voy a casa a comer, y ni siquiera tengo hambre, durante el camino me compro un pastel, así algo me llena y me acompaña, no siento que voy sola.
Además de estas respuestas emocionales a la comida, ¿qué condiciona el exceso?
La elección del alimento. Aquí entra en juego la conciencia. El marketing y las familias mueven la infraestructura alimentaria del mundo. Aunque es cierto que no es lo mismo el "cómetelo todo" en España, un país que hace 77 años sufrió una Guerra Civil, que en EEUU.
¿La educación familiar tiene mucho peso?
Sí. El "cómetelo todo" es algo cultural que forma parte de la educación que se da a muchos niños en la mesa. El trasfondo es que los niños deben lidiar con lo que la vida les pone delante para que puedan hacerlo como adultos.
Eso se combina con el hecho de que, en general, muchas dietas de Occidente, también la mediterránea sufre de un exceso de cantidades en el plato, de sal, de grasas e incluso de aceite y azúcar.

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