lunes, 18 de abril de 2016

Bella, famosa y con un trágico final: esta es la historia de la primera supermodelo del mundo

Así es cómo la historia de la moda borró el nombre de su primera estrella

Su cara y cuerpo están por todo Nueva York. Desde el puente de Manhattan hasta la Biblioteca Pública, pasando por la Quinta Avenida. Está porque  sus facciones y sus curvas se convirtieron en estatuas y fuentes. Los detalles de su anatomía son los rasgos de las tallas neoclásicas, de diosas griegas y romanas.
Su éxito fue tal que incluso llegó a ser llamada "Miss Manhattan". Ella fue la primera supermodelo del mundo. Pero, de pronto, cayó en desgracia. Su carrera fue olvidada. Su vida, borrada.
Ahora, la vida de Audrey Munson ha vuelto a ser desempolvada por el escritor y periodista James Bone que ha escrito un libro sobre su glamurosa y triste historia.
Nacida en 1891 fue descubierta mientras paseaba por las calles de Brooklyn con apenas 15 años. Sus finos rasgos hicieron que en poco tiempo se convirtiera en la modelo más deseada de toda Nueva York.
Escultores y pintores competían por tenerla como musa personal, por poder plasmar su desnudo cuerpo. Se convirtió en el "Espíritu del Comercio" del puente de Manhattan, en la estatua del monumento de Maine, en la diosa romana de la abundancia de la fuente Pulitzer. Su cara se plasmó en ménsulas, frontones, monedas, carteles, folletos y postales.
Pero no solo eso.
Munson actuó en varias obras de teatro y se convirtió en la primera mujer en aparecer desnuda en la gran pantalla en una película no erótica. A su papel enLa inspiración le siguieron otros tres. Todas sus películas fueron un éxito en la época.
A Munson le llovía el dinero que, también como el agua, se escapaba entre sus dedos.
Sin embargo, en 1919, todo su mundo se derrumbó.
Su carrera comenzó a ir a pique tras un incidente con el todopoderoso empresario de venta de entradas Edward Franklin Albee II, conocido como "el pulpo". Un día, Edward entró en el camerino de la actriz con segundas intenciones. Ella le echó y él la amenazó con que no volvería a actuar en ningún espectáculo de la ciudad.
Al día siguiente su espectáculo fue retirado y en unos días volvió al teatro con otra actriz de protagonista.
No obstante, su involucración en un asesinato fue lo que acabó definitivamente con su carrera. El doctor Walter Keene Wilkins, casero de Munson, asesinó a su mujer obcecado por la obsesión que sentía hacia la modelo con la que quería casarse.
Wilkins fue condenado a muerte y, a pesar de que Munson no fue acusada, su carrera terminó de hundirse.
Pasar de la gloria al absoluto fracaso provocó en Munson daños psicológicos irreversibles. En 1922 intentó cometer un suicidio atiborrándose a pastillas de bicloruro.
Tras el incidente, se mudó al pueblo de México (Nueva York) donde vivió confinada en una granja hasta que su madre la internó en un manicomio en 1930, con apenas 39 años.
La vida de Munson estaba destrozada. Su fama pisoteada.
En el manicomio vivió recluida durante otros 65 años, sin recibir visitas, hasta que murió en 1996 a la edad de 104 años.
Fue enterrada bajo una lápida sin nombre, en una tumba condenada al olvido. Así, la primera supermodelo fue borrada de los anales de la historia de la moda.
Hasta ahora.
En el libro La maldición de la belleza, Bone recupera la funesta vida de la modelo que empezó siendo la bombilla más brillante de la ciudad de la luz y acabó apagada y hecha añicos, consumida por la enfermedad y la abundancia de la fama.

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