martes, 9 de febrero de 2016

Nuevo método de alargamiento de la vida.

La eliminación de células senescentes en ratones transgénicos consigue mejorar su salud y alargarles la vida en hasta un 35%. 

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En los últimos años se ha conseguido avanzar mucho en el tema del alargamiento de la vida, pero siempre en modelos animales. A la dieta de restricción calórica, la eliminación de ciertos genes o el uso de algunos fármacos se le añade ahora la eliminación de células envejecidas.
Las células del cuerpo se van dividiendo hasta que no ya no lo hacen más, entonces entran en un estado de senescencia en el que no mueren, pero tampoco se dividen. Así que este tipo de células se van acumulando a lo largo del tiempo y esta acumulación tiene un impacto negativo en la salud, por lo que acortan la vida.


Investigadores de la Clínica Mayo han conseguido alargar la vida de los ratones hasta en un 35% eliminando las células que entran en la senescencia. Este resultado demuestra que la eliminación de estas células retrasa la formación de tumores, conserva los tejidos y la función de los órganos, por lo que aumenta la esperanza de vida sin efectos adversos. Además, proporciona pruebas biológicas de que la senescencia celular está relacionada por el proceso de envejecimiento.
En la foto de cabecera podemos ver dos ratones de la misma edad, el de la izquierda sin tratar y el de la derecha tratado con esta terapia. El mejor aspecto de este último es obvio.
La senescencia celular es un mecanismo biológico que actúa como freno de emergencia para que las células dañadas dejen de dividirse. Puede ser un daño en el ADN u otro tipo de estrés celular. Con ello se pretende reducir las posibilidades de que se hagan cancerosas.
Se había propuesto que, una vez que entran en este estado, estas células ya no son necesarias. De hecho, el sistema inmunitario barre estas células normalmente, pero este mecanismo de limpieza se hace ineficiente con la edad. Lo malo es que estas células producen factores que dañan las células sanas adyacentes y provocan inflación crónica e incluso inducen tumores, lo que está asociado a las enfermedades relacionadas con la vejez.
Jan van Deursen y sus colaboradores usaron una técnica transgénica que permitía la muerte inducida de células senescentes en ratones mediante un fármaco denominado AP20187.
Los ratones, de una variedad de envejecimiento rápido, están manipulados genéticamente para responder a la presencia del fármaco en cuestión mediante la muerte de las células senescentes. Este fármaco, pero se, no tiene este efecto en ratones no modificados. En los ratones tratados el fármaco eliminaba solamente del 50 al 70 por ciento de las células senescentes en algunos de los tejidos.
La administración de este fármaco se empezó a realizar cuando los ratones alcanzaban la mediana edad. El tratamiento se prolongó durante 6 meses. En todo momento se comparaba el progreso de estos ratones con el del grupo de control que no recibía el tratamiento.
Comprobaron que la eliminación de este tipo de células mediante este método reducía el deterioro de los órganos causado por la edad, se retrasaba la aparición de tumores (aunque el tratamiento no eliminaba completamente los casos de cáncer) y se reducía la inflamación de tejido graso, músculo y riñones. Así por ejemplo, el corazón de los ratones tratados podría llevar mucho mejor el estrés que los del grupo de control.
Como consecuencia los ratones tenían un mejor aspecto y vivían unas vidas más sanas que se alargaban de un 17 a un 25 por ciento respecto a los ratones de control. Incluso el comportamiento de los ratones tratados era diferente y se mostraban más activos y dispuestos a explorar ambientes nuevos que los del grupo de control.
La explicación parece clara. La acumulación de células senescentes produce efectos adversos sobre los órganos y tejidos y, por tanto, acortan la vida y la parte saludable la vida. Cuando estas células son eliminadas entonces la vida se alarga debido a una mejor salud.
Pero no todos los problemas asociados con la vejez fueron reducidos o retrasados con el tratamiento. La memoria, la fuerza muscular, la coordinación y el equilibrio declinaban de la misma manera en los ratones tratados que en los de control según avanzaba la edad.
Deursen especula que si se pudiera eliminar sin efectos secundarios este tipo de células en humanos, de modo análogo al modelo animal usado en este experimento con ratones, entonces quizás podría haber terapias para el tratamiento en humanos, quizás con un fármaco que permitieran alargar la vida y mejorar la vejez y los achaques asociados a ella.
Darren Baker, primer autor del estudio, se muestra optimista al respecto de las posibles implicaciones que esto tendrá para el estudio en humanos. “La ventaja de apuntar a las células senescentes es que eliminar sólo un 60 o 70 por ciento de ellas puede tener efectos terapéuticos significativos”, afirma Baker. Añade que un fármaco podría ir eliminándolas de manera eficaz porque estas células no proliferan mucho y pronto podría eliminar las suficientes como para que tuviera un impacto profundo sobre la salud y la esperanza de vida.
La ventaja de un tratamiento hipotético de este tipo es que sería más práctico que otras técnicas que retrasan el envejecimiento en animales. Así por ejemplo, no sería necesario tomar el fármaco durante décadas de modo muy frecuente, pues las células eliminadas no resucitan y sólo habría que ir eliminando de vez en cuando las nuevas que puedan aparecer.
Los ensayos en humanos podrían no estar lejos. Una compañía que Deursen ha cofundado con otros investigadores distintos ya ha descubierto un compuesto que elimina células senescentes en ratones no modificados genéticamente. Quizás se pueda ensayar en humanos este tipo de tratamiento en un futuro no tan lejano.
Sin embargo, como siempre en estos casos, hay que ver esto como una investigación básica con aplicaciones prácticas (si existen) más alejadas en el tiempo de lo que nos gustaría. Y es que este tipo de investigaciones van muy lentas para muchos de nosotros.

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